jueves, 26 de marzo de 2015

Valores y desarrollo moral en el adolescencia

        En la mayoría de las vías de orientación a la familia se manifiesta la posición vertical, institución escolar-familia, no se posibilita una retroalimentación de los temas que se abordan y una participación de todos los agentes socializadores.
Los temas que se escogen para las escuelas de educación familiar no incluyen con sistematicidad contenidos relacionados con la convivencia humana.
El carácter formal de estos intercambios influye en que en ocasiones no se logre la empatía necesaria para un diálogo enriquecedor y franco, en el funcionamiento familiar de las nuevas generaciones con su familia subyacen problemas subjetivos que influyen negativamente en la educación en valores para convivir, no se resuelve la dicotomía entre lo que se orienta en la escuela y los modelos que se observan en el hogar.
El interés que se tiene a todos los niveles en los resultados cognitivos, influye en las tendencias que prevalecen de soslayar la preparación de los adolescentes en contenidos definitorios para la convivencia humana, en consecuencia no se ha logrado que se corresponda el nivel de los conocimientos con la actuación de los adolescentes y sus familias donde aún persisten modos de convivir que contradicen los roles asignados en relación con el adulto mayor. 
La necesidad de los educadores de constatar logros en el comportamiento de los estudiantes en plazos cortos, contribuye a la simplificación de problemas complejos que se les presentan en su práctica diaria y las soluciones que dan a los mismos como es el caso de la preparación para la convivencia humana.
Los adultos son portadores de modos de actuación incorrectos en relación con la forma de convivir con los adultos mayores como consecuencia de la educación tradicional que han recibido.
En los modos de actuación de los adolescentes son frecuentes la violación de límites y reglas en el trato al adulto mayor, no manifiestan una relación de empatía, dan muestras de insensibilidad y falta de humanismo.

La teoría del desarrollo moral de Kohlberg surge de los estudios empíricos que realizó sobre el juicio moral y y siguiendo el enfoque piagetiano, desarrollándolo y ampliándolo.
Kohlberg establece tres niveles de juicio moral, y 6 estadios de desarrollo del juicio moral. Los niveles representan la perspectiva que las personas pueden adoptar frente a las normas sociales, y los estadios los criterios que pueden utilizar al razonar moralmente.

- El nombre del nivel hace referencia a la perspectiva que puede tomar un sujeto frente a las normas.

- Los estadios hacen referencia al criterio que se utiliza al poner en práctica el juicio moral.

 Los tres niveles de desarrollo del juicio moral son:


- Nivel I: Preconvencional: niños

Es el que corresponde a la infancia, aunque algunos adolescentes y adultos no consiguen superar este nivel de razonamiento moral en la mayoría de los conflictos sociales.
Es el característico de la infancia, los niños realizan juicios morales solamente en este primer nivel de desarrollo, a medida que avanza el desarrollo pueden acceder al segundo nivel, acceder cognitivamente, o no avanzar en aprendizaje y quedarse en este nivel de razonamiento moral.
Kohlberg demostró es sus estudios interculturales que algunos adolescentes y adultos se quedaban en este nivel de razonamiento moral, pudiendo cognitivamente avanzar a un mayor nivel de razonamiento y enjuiciamiento moral, no aprendían a razonar moralmente, siendo un pensamiento de nivel inferior, rígido y persistente.

En este nivel las normas sociales se perciben como desde el binomio: buenas o malas, justas o injustas, correctas o incorrectas. Las personas en este nivel interpretan el contenido o significado de las normas como castigo o recompensa, poder o autoridad de quien las impone.
Una persona que está en este nivel preconvencional se centra en los intereses concretos de los individuos que tienen un conflicto, no en los aspectos sociales o de normas sociales, y suelen actuar en función de las consecuencias que tienen las conductas, se centran por lo tanto en los intereses concretos, no tiene una perspectiva de lo que la sociedad dice sobre lo que es correcto e incorrecto, es una perspectiva individual.


- Nivel II: Convencional: adolescentes y adultos

Según las investigaciones de Kohlberg, este segundo nivel de razonamiento se inicia durante la adolescencia y es el que caracteriza a la mayoría de los adolescentes y adultos.

Las personas que actúan desde un nivel convencional, lo hacen pensando en la sociedad y en los individuos, pueden actuar para evitar castigos o buscar recompensas pero a la vez como miembro adaptado a las normas sociales impuestas. Por una parte proteger los intereses personales y por otra parte actuar conforme a las leyes o normas sociales.
Este nivel se caracteriza por la aparición de un sentimiento o motivación por la lealtad a las normas del grupo social, ya sea la familia, los amigos, y el país o nación. 


- Nivel III: Postconvencional

Este tercer nivel lo alcanzan muy pocas personas y representa el nivel de abstracción más alto dentro del pensamiento humano, siendo capaces de superar la concreción característica de los otros dos niveles, y pueden buscar soluciones o propuestas para solucionar conflictos más acorde con el más alto valor de justicia para los humanos. Sus actuaciones morales frente a dilemas surgen de razonamientos de alto nivel de inteligencia o cognición.

El nivel postconvencional que también es conocido por el nombre de Nivel de principios o de autonomía, se caracteriza por clarificar o distinguir los principios o los valores morales considerados justos de los que son considerados injustos, independientemente de que pertenezcan al grupo social del sujeto. Las personas de este nivel separan los valores morales positivos, de los valores morales negativos, en su propia sociedad y cultura, familia o grupo de amigos.
 Kohlberg especifica muy claramente que en este nivel de juicio moral, las personas enfocan un problema o conflicto moral desde la perspectiva más alta que es la de sí en si mismo es justo, las normas y las leyes no son todas justas porque las dicte una sociedad o un grupo determinado y deben cambiarse aquellas que no son correctas, o bien para dilemas o conflictos sociales en los que aún no existen leyes sociales debe solucionarse el conflicto partiendo de lo que es justo de forma arbitraria y no por creencias o grupos sociales, sería la forma más alta de justicia   y la considerada más humana en el sentido de los derechos del hombre, de los derechos humanos.


Los niveles propuestos por Kohlberg parten de la teoría del desarrollo cognitivo de Piaget:

- El primer nivel se corresponde con el periodo preoperacional, entre los 2 y los 7 años de edad de desarrollo cognitivo en juicio moral.

- El segundo nivel se corresponde al periodo de las operaciones concretas, entre los 7 y los 12 años, y el inicio de las operaciones abstractas o formales ya en plena adolescencia.

- El tercer nivel corresponde al periodo de las operaciones formales en su nivel más abstracto de operar mentalmente o cognitivamente, ya en adultos y en algunos adultos, representa la capacidad de pensar en categorías formales para solucionar los conflictos sociales y morales.
El mundo actual, cada vez más complejo en su organización, nos ha ido imponiendo a cada uno de sus miembros, tareas y relaciones sociales mucho más complicadas. Adultos, jóvenes adolescentes y niños se ven envueltos en problemas que afectan a sus vidas de manera muy marcada. Por ejemplo, basta pensar en la vida académica de los estudiantes de hoy, que se ven exigidos de aprender un cúmulo de conocimientos que no se soñaban hace treinta años y que ahora son incluso de dominio general para los sectores más avanzados y favorecidos socialmente. ¿Qué es lo que se quiere?, o ¿Qué se quiere ser? A este tipo de preguntas, los padres intentan responder, incluso antes que el adolescente mismo, como si la urgencia por la elección de una carrera se desplazara del adolescente a los padres.

Al adolescente parece no importarle, y es que a fin de cuentas, lo sepan los padres o no, son ellos principalmente los que han modelado los gustos y preferencias de los hijos, y claro, lo que han anhelado en su niñez o juventud y que no consiguieron, es lo que por lo regular anhelan para sus hijos, lo que supone ya una orientación y una forma de inducir la vocación para aquellos (por eso, muchos orientadores piensan que la vocación se forja ya, aún antes de nacer el bebé).

Sin una curiosidad por el futuro, no se puede elegir una carrera. ¿Qué futuro queremos? Esta curiosidad, cuando logra desbloquearse, es signo de que la vida interior vuelve a tomar un nuevo ritmo en el desarrollo. Pensemos entonces a la vocación como un proceso, con una historia que tiene un inicio, un desarrollo y un cierre, cierre que puede ser re-abierto. Lo que un adolescente quiere o desea, profesionalmente hablando, por más disparatado que sea, tiene una correspondencia en las relaciones y en las formas de relación que ha establecido con sus padres e incluso con sus hermanos y el ambiente familiar más amplio.

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